El mundo empresarial ha desarrollado armas muy sofisticadas y eficaces como para que cualquier mortal, aún el más desavenido, termine finalmente sucumbiendo a las tentaciones de existir en un sistema de farsante libertad de elección. El marketing y la publicidad son los grandes responsables encargados de promocionar las disfrazadas ventajas de vivir en una sociedad de consumo obligado. A la par de todo esto, las corporaciones han devenido en enormes monstruos malignos que persiguen saciar su apetito, cada vez más ávido de nuevos y más grandes bocados. Los códigos de la empresa se han transformado, en este mundo tan globalizado, en la ley misma, y, para mucha gente ya asimilada, en la vida misma. Este álbum es un tributo a Toby Tegoby, artista, diseñador y amigo entrañable de los Fraticórnicos, quien, tras resistir de manera incansable al establishment empresarial, cayera víctima de los estudiados ataques del poderío gerencial. Toby, siempre polémico e idealista, pensaba que se puede ser un buen elemento corporativo sin dejar de ser un alma de corazón bohemio. El sistema ejerció inmediatamente su autodefensa, catalogándolo de insano y eliminándolo sutilmente de sus filas. El haber quedado excluido, transformó a nuestro héroe en un marginado, y hoy vive cuestionándose día y noche su actitud, coleccionando y clasificando discos innecesarios, y cambiándoles las fundas dos veces al año. No lo entendemos, al margen de que sea muy duro vivir fuera de la pérfida jungla de intereses creados; pero lo ayudamos, simplemente porque somos sus amigos. Vendrá el momento en que las corporaciones, en su afán desmedido de poder, deban devorarse a sí mismas, y entonces, su imperio caerá irremediablemente. Ese día, los pocos sobrevivientes con libertad de criterio que queden en pie, contemplarán maravillados el show de la autodestrucción. Y cuando el fin de las empresas llegue, levantarán sus banderas alrededor del monumento al diseñador, gritando: “Glorioso Toby: tu lucha no fue en vano. Brilla tú, insignia y visionario. Brilla tú, flautista de los superficiales. Brilla tú, apóstol de los incrédulos. Brilla tú, gerente loco...”.